A menudo, nos encontramos diferentes conductas disruptivas en nuestros alumnos, especialmente en el caso de alumnos TEA, que debemos reconducir y de esta forma ayudamos a nuestros alumnos a expresar de otras formas lo que sienten y regular sus emociones.
A continuación, expongo el caso de una de estas conductas disruptivas.
Nos situamos en una aula con niños de 3 años. En ella, llega la hora de recoger los juguetes, y aunque el grupo, comienza a realizar dicha tarea hay un sujeto que la evita, mirando hacia otro lado y sacando otros juguetes.
Tras indicarle varias veces que tiene que recoger los materiales, ya que es hora de pasar a otra actividad, intenta no hacer caso, hasta que llega el momento en el que se enfada y entra en una gran rabieta.
Esta conducta solía aparecer de forma recurrente, cuando se dejaba de hacer algo que quería seguir haciendo o como forma de pedir las cosas.
Así que se habló con lo padres y en una reunión comentaron que en casa actuaba de la misma forma y que para no angustiarle accedían a sus rabietas.
Por ello, se decidió diseñar un plan de acción a través del cual se fijaran unas pautas de actuación para trabajar de forma conjunta con la familia:
1- No se accedería a las rabietas.
2- En el caso de terminar una actividad, se le explicaría el por qué y los pasos que iban a seguir.
3- Si pedía algo con rabietas, no se accedería tampoco.
4- Si realizaba sus tareas sin usar enfados para conseguir sus fines, cada tarea realizada valdría un punto y cada vez que consiguiera un número de puntos lo celebraríamos con una actividad que le gustase.
Estos logros se recogerían en una tabla de doble entrada en casa.
Aunque en un primer momento, pasaba más tiempo enfadado y le costaba controlar sus emociones, poco a poco, las fue regulando y ya no pide ni exige nada llorando.
Espero que el caso expuesto os sirva de ejemplo para poder reconducir este tipo de conductas.
¡Hasta la próxima entrada!
